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En la edición de ayer (18/12/21) del diario "El Comercio" el CODEPA de la mano de su presidente,ha publicado un editorial interesante y rotundo.
No más aplausos, no más premios… por favor.
En plena sexta ola pandémica, en pleno despiporre de medidas sanitarias que todo el mundo se salta o interpreta como buenamente puede o quiere, en este "déjà vu" continuo en el que hay quienes se jactan de que ya está todo superado… pero todavía no, las enfermeras siguen siendo testigos directos del drama social en un sistema ineficiente que mezcla peonadas con recortes y dónde los ciudadanos y su salud están muy lejos de ser el centro de atención.
En este desbarajuste que mantenemos vivo tras casi dos años de pandemia, podemos apreciar el esfuerzo sin par de nuestros gobernantes en prepararnos para la adaptación del sistema al futuro que viene.
Los esfuerzos legislativos (escasos) no han logrado herramientas mínimas para hacer que las medidas sanitarias sean efectivas y seguimos viviendo esta lucha diaria entre el derecho de unos y la salud de otros.
Las exhaustivas estadísticas de la administración no acaban de servir de evidencia para que los jueces faciliten ahora la toma de medidas necesarias para controlar las consecuencias de una pandemia que ya está superada pero todavía no…
El ahínco con el que nuestros gestores retuercen un modelo de atención obsoleto e infrafinanciado solo genera frustración y malestar entre profesionales y usuarios. Los primeros exhaustos y los segundos desesperados. Sí, y todos enfadados.
Tengo más que fundadas dudas de que esta pandemia haya por fin despejado de nuestras mentes esa autocomplacencia soberbia de “somos los mejores y nos lo creemos”, más dudas aún de que hayamos aprendido algo y seamos capaces de mejorar.
En dos años de la marmota, las enfermeras hemos sido ejemplo de compromiso, de trabajo y profesionalidad, pese a todo, pese a ser una profesión oculta, ninguneada y maltratada, …
Quizás piense el lector que me estoy pasando, que instituciones como la OMS abogan por la inversión en enfermeras que salvan vidas, que el año pasado era el año mundial de enfermeras y matronas, que miles de jóvenes se dejan la piel estudiando para poder acceder a una de las carreras más deseadas y con nota de acceso más alta. Incluso somos la profesión más reconocida socialmente y ahora instituciones como la Fundación Princesa de Asturias o la Xunta gallega nos hacen partícipes de sus reconocimientos más elevados…
Aplausos y premios. Sin embargo, tenemos la tasa más alta de profesionales quemados, y esto no parece que vaya a mejorar, aplausos y premios y seguiremos teniendo déficit de enfermeras durante al menos una década más, aplausos y premios, pero las enfermeras se van…
Problema nuestro pensará el lector, y tiene toda la razón, si no fuera porque esta situación que viene de antes de la pandemia y se agrava cada día un poco más afecta a cada uno de los ciudadanos que viven en este país, en nuestra comunidad. Esta situación es especialmente grave en los ámbitos en los que precisamos enfermeras cada vez más especializadas, en las UCIs en la atención primaria, en la salud mental, … enfermeras que le cuidarán a usted.
Pero sobre todo es especialmente grave en el ámbito sociosanitario y de la dependencia. Ese momento al que antes o después vamos a llegar todos y en el que la falta de enfermeras y su minusvaloración es sangrante y tiene consecuencias que por desgracia hemos vivido agravadas en la pandemia.
Las soluciones que se presentan desde las administraciones públicas siguen siendo más de lo mismo, viejas herramientas que ya no sirven y que ahondan en un fenómeno que podríamos llamar “miserabilización del cuidado”. Las enfermeras pese a lo que digan sociedades científicas o la OMS siguen siendo material desechable y por eso el ministerio se inventa nuevas titulaciones más baratas y rápidas de formar, u organiza tras más de diez años de retraso una chapuza de examen de enfermeras especialistas en atención familiar y comunitaria.
Sociosanitaria y atención primaria son los mayores retos a los que ya se enfrenta nuestro sistema, retos que no se superarán si no se toma en serio a la enfermería. Desde el Colegio de Enfermería nos esforzamos día a día en estudiar la realidad, proponer soluciones y colaborar con las administraciones en mejorar nuestro sistema para hacer que sea el ciudadano el verdadero centro.
Poco o ningún caso nos han hecho de momento. He agradecido cada aplauso, cada premio y cada mensaje de ánimo, de veras, gracias de corazón, pero hubiera preferido que el Presidente del gobierno de Asturias se hubiera reunido conmigo cuando le pedí una reunión en nombre de las enfermeras asturianas. Supongo que hay cosas más importantes.